Bávaro, República Dominicana – 30 de marzo de 2025
Por Angel Martínez
Lo que comenzó como una manifestación pacífica organizada por la Antigua Orden Dominicana en El Hoyo de Friusa, Bávaro, se transformó rápidamente en una escena de tensión, confusión y enfrentamientos. La marcha, convocada con el objetivo de denunciar la inmigración ilegal y exigir acciones más firmes por parte del Estado dominicano, dejó al descubierto un profundo tejido de conflicto social en una de las zonas más dinámicas, pero también más vulnerables, del país.
La manifestación fue ampliamente promocionada por redes sociales, grupos patrióticos, y contó incluso con la cobertura de medios independientes como Somos Pueblo Media, quienes acudieron a documentar si el gobierno respetaría la libertad de expresión durante la jornada. Desde temprano en la mañana, decenas de autobuses comenzaron a trasladar personas desde diferentes puntos del país hacia Bávaro. No obstante, la logística de transporte presentó serios problemas que dejaron a muchos varados.
La cobertura de Somos Pueblo Media y el límite a la libertad de expresión
El equipo de Somos Pueblo, conformado por los comunicadores Eduardo Sánchez Tolentino, conocido como “Piro”, y Ricardo Ripoll, estuvo presente en la manifestación con la intención de verificar si el Estado dominicano permitiría que los ciudadanos ejercieran su derecho constitucional a la protesta. Según sus reportes, la realidad fue otra.
En un video publicado por el medio, ambos comunicadores denunciaron que, aunque la marcha había sido autorizada hasta cierto punto de El Hoyo de Friusa, no se permitió que los manifestantes accedieran a las zonas donde realmente querían expresar su mensaje. “No se permitió marchar hacia las áreas que los organizadores consideraban clave para su reclamo”, expresó Ripoll, quien sostuvo que esto demostraba la falta de voluntad del gobierno para respaldar verdaderamente la libertad de expresión y el derecho a la protesta.
Por su parte, “Piro” añadió que el dispositivo de seguridad parecía más orientado a contener la manifestación que a garantizar el orden público. “Esta es una señal de que cuando una protesta no responde a los intereses del gobierno, entonces se limita, se bloquea, y se criminaliza”, afirmó.
La Policía Nacional respondió defendiendo su accionar y explicó que la marcha se permitió “hasta donde establecía el permiso”, según un comunicado citado en Somos Pueblo. Las autoridades alegaron que se trataba de una medida preventiva para evitar disturbios en zonas sensibles.
Tensión creciente y enfrentamientos
A pesar de la presencia de medios y de las reiteradas promesas de mantener el orden, la tensión fue en aumento. La multitud intentó avanzar más allá de lo permitido, lo que provocó una rápida intervención de las fuerzas policiales. En cuestión de minutos, lo que era una marcha cívica se convirtió en una escena caótica: gases lacrimógenos, camiones cisterna lanzando agua y detenciones marcaron el desenlace.
Los enfrentamientos comenzaron cerca de zonas habitadas mayoritariamente por ciudadanos haitianos. Se lanzaron objetos, hubo gritos y algunos enfrentamientos físicos, lo que obligó a la dispersión violenta de los manifestantes. Testigos aseguran que familias enteras se resguardaron en sus casas temiendo por su seguridad.
Reacciones divididas y politización del conflicto
Mientras los organizadores de la marcha denunciaban represión, las autoridades se mantenían firmes en su postura de haber actuado dentro del marco legal. Algunos sectores de la sociedad civil criticaron al gobierno por la supuesta parcialidad en el manejo del evento. “Cuando se trata de una manifestación afín al gobierno, no hay límites de recorrido ni excesos policiales”, declaró un abogado defensor de derechos humanos.
La situación también dejó al descubierto una clara división política. Analistas señalan que sectores de oposición han intentado capitalizar este tipo de protestas para presionar al gobierno, mientras que desde el oficialismo se percibe con desconfianza cualquier movilización no alineada.
Impacto en la comunidad y llamados al diálogo
Más allá del impacto inmediato, la marcha ha provocado una ruptura emocional dentro de la comunidad de Friusa. Comerciantes cerraron sus puertas, niños dejaron de asistir a la escuela y el ambiente quedó impregnado de incertidumbre. Algunos ciudadanos haitianos reportaron actos de intimidación posteriores a la manifestación, y organizaciones de derechos humanos hicieron un llamado a la protección de esta población.
El Defensor del Pueblo anunció que investigará las denuncias sobre el uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades. Mientras tanto, tanto dominicanos como haitianos que conviven en la zona piden que se privilegie el diálogo y la convivencia pacífica.
La realidad
La marcha de hoy en El Hoyo de Friusa será recordada no solo por los enfrentamientos y las tensiones, sino también por la forma en que se puso a prueba la libertad de expresión en la República Dominicana. La cobertura de medios como Somos Pueblo Media dejó al descubierto que cuando una protesta no es respaldada por el gobierno, su alcance es limitado, su narrativa es controlada, y sus participantes son expuestos a la represión.
La lucha contra la inmigración ilegal y por la soberanía nacional es un tema legítimo para muchos, pero debe ser abordado con políticas públicas, no con censura o represión. Si algo ha dejado claro esta jornada, es que el país necesita más diálogo, más inclusión y menos polarización.
¿Y ahora qué?
A medida que cae la noche en Bávaro, los ecos de la marcha aún resuenan. Para los organizadores, la protesta fue una llamada de atención, un intento de recuperar el control de lo que consideran territorio nacional. Para otros, fue una expresión peligrosa de intolerancia que pone en riesgo la convivencia y los derechos fundamentales.
Lo cierto es que el tema migratorio en República Dominicana requiere más que marchas, represión o discursos incendiarios. Requiere políticas públicas efectivas, cooperación internacional, y sobre todo, voluntad para encontrar soluciones sostenibles que respeten la dignidad humana.
La marcha de hoy en El Hoyo de Friusa quedará marcada como un punto de inflexión: una expresión de hartazgo, pero también una advertencia sobre los riesgos de la polarización en tiempos de crisis.